
"La Agencia Europea del Medio Ambiente en un reciente informe
hecho público, dice que el caudal de los ríos mediterráneos de la
península Ibérica descenderá en un 50% en los próximos setenta
años, debido al cambio climático."
Las primeras solicitudes de trasvases documentadas históricamente corresponden a la región de Murcia y Almería, cuyo régimen de lluvia, siempre ha sido escaso, destacando además por su irregularidad.
Los siglos XVI y XVII son muy importantes a nivel de la política hidráulica, debido fundamentalmente a la construcción de embalses para el riego en los Reinos de Valencia y Murcia. Las reservas en ríos del sudeste peninsular no terminan de solucionar los problemas de agua ya que tienen una función reguladora muy escasa por las pocas precipitaciones. Por eso, se plantea traer el agua de fuera, como solución a sus problemas agrícolas.Si en los ambiciosos proyectos hidráulicos del reformismo ilustrado le sobraron utopías y limitaciones técnicas, es verdad, que hubo un intento serio de modernización del país, con una clara anticipación del futuro.
Hay una gran labor legisladora sobre planificación hidráulica durante la segunda mitad del siglo XIX. Para conseguir el caudal de agua se contó con los sobrantes de agua de los ríos valencianos y murcianos, pero se requería aguas de otras cuencas fundamentalmente de las cabeceras de los ríos Guadiana y sobre todo del Tajo.Se considera prioritario apoyar las comarcas agrícolas exportadoras, con lo que se reafirmaba su apuesta por la zona mediterránea. El trasvase Tajo/Segura es la principal obra a realizar para la corrección del desequilibrio hidrográfico que preconiza el 1º Plan Nacional de Obras Hidráulicas, pero este no se hace realidad hasta 1979.El proyecto consiste en un canal de 286 km. de longitud, con una capacidad de 33 m3 por segundo, que arranca del embalse de Bolarque en el Tajo, aguas abajo de los de Entrepeñas-Buendía, llegando al de Alarcón sobre el Júcar, y des
de allí al embalse de Talave en el río Mundo, principal afluente del Segura.Las aportaciones de este trasvase han posibilitado una agricultura altamente productiva, pero no ha impedido el consumo por encima de los recursos hídricos disponibles, ni el agotamiento progresivo de embalses y aguas subterráneas de la región murciana. Este trasvase afecta a siete comunidades: Aragón, Castilla la Mancha, Madrid, Extremadura, Valencia, Murcia y Andalucía. El crecimiento descontrolado del regadío, junto a la especulación urbanística, con un modelo masificado e insostenible en el tiempo, ha agudizado la escasez en los últimos años de los recursos hídricos en la cuenca del Segura.
El trasvase consigue disparar la demanda y el mercado negro del agua, propiciando roturaciones salvajes de montes para regadíos ilegales, así como secar los acuíferos subterráneos.
En el siglo XX, en los años sesenta y setenta, la política económica de España introduce la mecanización y la agroquímica en el campo, contribuyendo notablemente al abandono progresivo del mundo rural y a la emigración hacia los grandes núcleos urbanos. Las infraestructuras hidráulicas llegan en años posteriores a ser insuficientes ante el incremento de las zonas regables, de la expansión turística en la costa mediterránea y al crecimiento de las áreas metropolitanas.
La política hidráulica en vigor mantiene la falsa idea de que la solución del problema del agua en España pasa por enderezar el desequilibrio entre la abundancia de la España húmeda y la escasez de la seca.
hecho público, dice que el caudal de los ríos mediterráneos de la
península Ibérica descenderá en un 50% en los próximos setenta
años, debido al cambio climático."
Las primeras solicitudes de trasvases documentadas históricamente corresponden a la región de Murcia y Almería, cuyo régimen de lluvia, siempre ha sido escaso, destacando además por su irregularidad.
Los siglos XVI y XVII son muy importantes a nivel de la política hidráulica, debido fundamentalmente a la construcción de embalses para el riego en los Reinos de Valencia y Murcia. Las reservas en ríos del sudeste peninsular no terminan de solucionar los problemas de agua ya que tienen una función reguladora muy escasa por las pocas precipitaciones. Por eso, se plantea traer el agua de fuera, como solución a sus problemas agrícolas.Si en los ambiciosos proyectos hidráulicos del reformismo ilustrado le sobraron utopías y limitaciones técnicas, es verdad, que hubo un intento serio de modernización del país, con una clara anticipación del futuro.
Hay una gran labor legisladora sobre planificación hidráulica durante la segunda mitad del siglo XIX. Para conseguir el caudal de agua se contó con los sobrantes de agua de los ríos valencianos y murcianos, pero se requería aguas de otras cuencas fundamentalmente de las cabeceras de los ríos Guadiana y sobre todo del Tajo.Se considera prioritario apoyar las comarcas agrícolas exportadoras, con lo que se reafirmaba su apuesta por la zona mediterránea. El trasvase Tajo/Segura es la principal obra a realizar para la corrección del desequilibrio hidrográfico que preconiza el 1º Plan Nacional de Obras Hidráulicas, pero este no se hace realidad hasta 1979.El proyecto consiste en un canal de 286 km. de longitud, con una capacidad de 33 m3 por segundo, que arranca del embalse de Bolarque en el Tajo, aguas abajo de los de Entrepeñas-Buendía, llegando al de Alarcón sobre el Júcar, y des

El trasvase consigue disparar la demanda y el mercado negro del agua, propiciando roturaciones salvajes de montes para regadíos ilegales, así como secar los acuíferos subterráneos.
En el siglo XX, en los años sesenta y setenta, la política económica de España introduce la mecanización y la agroquímica en el campo, contribuyendo notablemente al abandono progresivo del mundo rural y a la emigración hacia los grandes núcleos urbanos. Las infraestructuras hidráulicas llegan en años posteriores a ser insuficientes ante el incremento de las zonas regables, de la expansión turística en la costa mediterránea y al crecimiento de las áreas metropolitanas.
La política hidráulica en vigor mantiene la falsa idea de que la solución del problema del agua en España pasa por enderezar el desequilibrio entre la abundancia de la España húmeda y la escasez de la seca.
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